jueves, 4 de noviembre de 2010

Cubaneando

En la sección “Cruzando el charco” de nuestro número anterior, pudimos disfrutar de un recorrido por la capital cubana, sus lugares más significantes, su gastronomía… En esta ocasión, y gracias a la experiencia vivida por una de nuestras lectoras, Oihana Merino, nos impregnaremos de los tintes de un viaje por toda la isla de Cuba, menos habitual entre los turistas, pero quizás por ello más enriquecedor.

“Nuestro viaje a Cuba comenzó una noche de sábado que aterrizamos en el aeropuerto de La Habana. Nos esperaba “la familia” para recogernos y llevarnos a casa, en el barrio de San Agustín.

Tras un día de descanso, nos pusimos en situación y partimos en un autobús hacia Cayo Guillermo, lugar en el que pasamos 4 noches y 5 días inolvidables conociendo la zona, especialmente playa Pilar (inglés), una de las 5 mejores playas del mundo, según dicen.

Regresamos a La Habana de nuevo y comenzamos el recorrido por la isla. Primera parada: Cienfuegos, un pequeño pueblo de costa, tranquilo y con muchísimo encanto. Encontramos fácilmente una habitación en una vivienda particular y pasamos dos días paseando por sus preciosas calles, viendo los atardeceres, comiendo mangos, camarones y tortilla con papas fritas.

Dejamos Cienfuegos para conocer nuestro siguiente destino: Trinidad, un pequeño pueblo con calles de adoquines, varios museos y una preciosa playa a 20 minutos en autobús. En Trinidad hay mucho turismo y por la noche la casa de la música se llena del sonido de la salsa en vivo y gente bailando a su ritmo. Durante los tres días que pasamos allí, conocimos también las maravillas de la exuberante naturaleza que rodea al pueblo y una cascada enorme que conseguimos visitar.

Después de dudar sobre nuestro siguiente destino, acordamos que nuestra próxima estancia sería en la playa de Guardalavaca, a una hora de Holguín. Encontramos un cuartito en un hotel en la misma playa y pasamos dos días de sol, playa y descanso, recuperando fuerzas para el siguiente destino: Santiago de Cuba.

En Santiago nos alojamos en casa de una familia conocida en un barrio de los alrededores de la ciudad y coincidimos con el festival del Caribe, así que pudimos disfrutar de cabalgatas, conciertos de música entre las calles, la conga santiaguera y toda su gente “arroyando” con ella. Conocimos también en estos días el castillo del Morro, el museo de prehistoria, la playa de Verracos y el parque Céspedes. Por otro lado, de mano de nuestra familia de acogida aprendimos a bailar la conga, la rumba, el merengue, bachata y demás ritmos cubanos.



Al concluir nuestros días en Santiago regresamos a La Habana, esta vez al centro en el piso de un amigo en el barrio de Vedado, para finalizar nuestros días en Cuba descansando un poco, explorando a fondo las calles de La Habana vieja, conociendo la noche en el malecón, visitando museos, lugares históricos y retomando nuestras rutas por Pinar del Río con su espectacular paisaje y Varadero con sus playas y hoteles”. 


¡Gracias por darnos una nueva percepción de los viajes a Cuba! La verdad es que son cada vez más los que están cansados de la conocida oferta "Habana y Varadero".

Elena Pérez. 

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